Hace tiempo, un día miraba
con apatía y desgano el reloj
esperando que el tiempo pasara
en este cosmos de gélido alioj.
Con tal avidez lo contemplaba
que en ese quietismo enmudecido
veloz el tiempo me atravesaba
y yo sólo moría abatido.
Hay una fracción en el devenir
en que el tiempo sigue transcurriendo
aunque la aguja en su ir y venir
en un punto su andar va suspendiendo
y esa pizca de legado divino
es en esencia nuestra libertad.
Creación inefable y torbellino
que contemplamos sin eternidad.
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