martes, 6 de diciembre de 2011

Este alma.

Habría que suicidarse mil veces
para explicar cada muerte,
las estocadas al alma,
las tristezas que no son
capricho.
Habría que ser de acero a veces
porque el mundo inherte
no regala calma
porque no se elige nacer
y se viene,
a vivir,
pero sobre todo a sufrir.
La mar de las veces,
el alma en pena de ser
abandonado
por ese creador hilrante
y despiadado
diambula por laberintos sin suerte.
No se elige nacer
y eso es decreto
no importa la amplitud
no importa la inteligencia,
no hay misterio
no hay secreto.
Este yo que se construye
no lo tomó como opción,
siente más de lo que
dice
y su silencio
en su sufrir
marca el seguir siendo complice
en una vida que
se erige y que se elige
vivir y no vivir.