Me hubiera gustado vivir
en esa época en que todas
las cosas eran amarillas.
Las luces ahora brillan,
y alumbran solo modas,
y nada porque morir.
Quizá, simplemente hablar
pronunciando la palabra
sagrada, pero en silencio.
Reordenar el colecticio
solo para que se abra
una ínfima puerta para pasar,
ese umbral de tiempo;
porque el tiempo son palabras
que a veces se pronuncian.
Los demás colores no anuncian
el triste otoño detrás,
cuya llegada presiento.
La poesía, las alusiones a mundos que son nuestros y dejan de serlo, el tiempo que se escurre en un suspiro, buscan colarse por nuestros recovecos y enseñarnos que aun hay vida, mientras haya arena en el ser.
viernes, 24 de septiembre de 2010
En sepia
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario