Tras la desilusión,
tras el miedo,
la locura,
y el desasociego,
tras la ciudad y su alboroto
amanece y no es poco.
Se ilumina el mundo
cada cientos de minutos,
giramos
giramos
giramos
y la luz nos guía;
cuando el corazón está roto,
amanece y no es poco.
Se difuminan
las tinieblas,
las soledades,
la muerte,
y para el que aún sigue loco,
amanece
y no es poco.
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