lunes, 20 de junio de 2011

Infinitum.

Pensalo así:
el infinito no tiene límites,
no lo puedo medir,
no tiene extensión,
o sí.
Y me importa porque yo,
el que escribe
en este momento,
no lo soy,
o no.
Jardines, y flores,
y cielos, y estrellas,
y rojos
y antojos,
triunfos y despojos,
¿qué puede el hombre
agregar a la obra de un dios?
Si este ser pequeño y pobre
crea otro,
y otro, y otro,
otro,
no merece galardón,
su todo es poco,
su mundo es finito.
Y quizá sea parte de un todo
que se desarrolla en la historia,
cuya historia y memoria,
son una nada,
en ese todo.
Y quizá sea un todo en una nada,
sin ser,
sin tiempo,
sin pasto ni alborada,
que no ve,
porque no tiene qué;
solo sé que yo no sé.

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